engañé a mi marido, gracias a el, encontre a Jesus.
“Sí, lo quiero…para lo major o para lo peor” Los primeros meses después de mi matrimonio fueron muy duros para mí gracias a que tuve que dejar a mi familia y mis amigos de Cannes para venir a instalarme en Poitiers con mi esposo. Poco a poco vi la actitud de mi marido cambiar: pasó de “hago todo lo posible por conquistarla” a “todo está bien, ahora estoy casado, ya no me importa lo demás”. Me sentí olvidada, no veía que sintiera el mismo amor que había sentido por mí anteriormente. Pasé por depresiones, bulimia, frecuentar a la señora Vodka, sobre todo cuando estaba sola. Esta situación duró algunos meses. Pero siempre me faltaba algo, por lo que para llenar ese vacío y esa falta de amor, engañé a mi marido. Un año después de haber ocurrido, las cosas se salieron de control.
Pero ¿qué había pasado? En abril de 2016, por casi un mes mi marido dejó de comer y tenía miedo a la muerte. Consultamos médicos, nada cambió… se encontraba agotado por el hambre y el hecho de no comer nada; se volvió violento conmigo y consigo mismo. Estaba aterrada. Me di cuenta que tenía miedo de perderlo, que en efecto le amaba; consecuentemente comencé a sentir remordimiento de todo lo que pude haber hecho por él. Llamé a una amiga porque no sabía qué más hacer. Me dio a entender que estaba pasando algo espiritual en él y que lo rechazaba por miedo. Me aconsejó que orara por él y me invitó a ver la película “Cuarto de Guerra (War Room)”. Al día siguiente me encontraba sola en mi cuarto y recuerdo haberme quebrantado cuando la mujer oró para que su marido se mantuviera en el buen camino, mientras éste estaba en un restaurante a punto de seducir a una mujer. En ese momento me encontraba llena lágrimas, enojada contra mí misma, enojada contra mi marido que no supo mostrarse afectivo conmigo, estaba en guerra con el mundo por no tener un marido que orara por mí para que no lo engañara. Y aún más, me di cuenta de que, en lugar de sentir lástima sobre mi suerte, tal vez debía orar por mí misma y por mí marido, para que fuese sanado de su miedo, que comiera normalmente y retomara sus fuerzas. Tres días después, aceptó su primera bocanada de comida después de más de un mes.
¡Todo tenía una explicación! En mayo de 2016, durante un concierto de música cristiana, fui tocada por un canto. Sabía que el hecho de que mi marido no comiera bien venía de Dios, sabía porque la escena de la película me había tocado y la razón por la cual ese canto resonaba en mí. “Oh, sí” cree en el poder de su amor. Si clamas a Él, te responderá porque te ama y te liberará de tus cadenas, tu Dios, tu Salvador y Libertador. Lo que siempre me había hecho falta era eso: ¡El amor de Dios!
Como yo, tú puedes también orar a Dios y plantearle un desafío. No dudes en contactarme para conocer el resto de mi historia.
Johanna