Dios lo es todo para mí. Mi vida le pertenece, porque me ha elegido.  El me guía y me sostiene.  Desde que tengo edad de comprender que El siempre ha estado  ahí y que Su Espíritu  vive en mí, es decir, desde mis 8 años,  Dios se reveló a mí. Me salvó una mañana de julio del 2013 cuando  no tenía ni la esperanza ni la fuerza de continuar con las preocupaciones. Me dijo que me amaba, depositando milagrosamente en mi buzón de correos un libro llamado Visión desde el Cielo y  Visitions to my father's chamber  de Wendy Alec, cofundadora de God TV, libro que no había pedido pero que quería absolutamente leer porque había escuchado comentarios muy interesantes.

Aquel día Dios me hizo descubrir muchas cosas a través de ese apasionante libro. Dios me  guardó en su presencia mientras me despertaba aquella mañana. Diez minutos antes de que sonara la alarma, estaba en una profunda depresión, tan profunda que me preguntaba si la vida valía realmente la pena con tanto sufrimiento interior: mi soledad, mi soltería, el acoso laboral que sufría…pensamientos negativos que me hacían dudar de mi fortaleza frente a mi malestar.

Así como había encontrado la fuerza para salir de mi cama,  me motive para salir a la calle a tomar  el aire e ir a la farmacia que queda muy cerca de mi edificio. De regreso, abrí mi buzón  y vi un paquete pequeño de la talla de un libro. Al ver el libro, comprendí que era Dios quien había tocado de nuevo en mi puerta para sacarme de ese  momento de caos y de depresión.

Dios es bueno! Verdaderamente me ama. Para Él,  aquel día no debería ser ni el ultimo día de mi vida ni el dia más sumergido en la depresión. Ese era el día para conocerlo mejor y comprender la inmensidad de su amor y su gloria.

Doy gracias a Dios por ese día y por todo lo que hizo por mi antes y después. Le pertenezco totalmente. El es digno de gloria y alabanza. Quiero a mi Dios, lo quiero más que todo, aunque mi manera de demostrárselo no es suficiente. Pero Dios es amor y compasión, El conoce mi corazón y mis pensamientos más profundos. El prometió no abandonarme jamás, guiarme y ocuparse de mi. Creo en ello y me aferro a Él en los buenos y los malos momentos, porque El solo nos puede aliviar, El nos fortalece. El es digno de gloria.

Nadège