Había un tiempo en mi vida en el que dominaba la oscuridad. Con los scouts me excluyeron del grupo. Casi no tenía amigos en este tiempo, y también en mi familia teníamos muchos problemas. Más no encontré puesto de aprendizaje. Todos dijeron que no estaba interesado, que no valía. Hasta que llegué a creer que no valía nada. Me puse a preguntar por qué todavía estaba aquí en este mundo. No veía luz ni me quedaba esperanza. Traté de suicidarme dos veces, pero no logré porque las dos veces se me ocurrieron raros ataques de temblor– gracias a Dios.

Una de las pocas amigas que tenía me habló de un dios y de la vida eterna una y otra vez. Al principio me burlé porque todo me parecía como un cuento de hadas con Blancanieves, Caperucita Roja y sus amigos. Pero poco después me di cuenta de que estaban pasando cosas que solo así no me las podía explicar. Me di cuenta de que no era un cuento y que este dios tenía que ser real. Me encontré con esta amiga para que me hablara más de el. Estabamos sentados en el piso mientras me contaba quién es el y qué es la vida eterna, cuando de repente me encontré tirado al piso, temblando igual como antes cuando traté de suicidarme. Escuché una voz que me dijo: „Christoph, te salvé dos veces de la muerte, quiero que vivas!“. No me quedaron dudas de la existencia de Dios. Poco después en una reunión de jóvenes hablaron acerca de como recibir la vida eterna. Proyectaron una oración en una pantalla y uno de los líderes la leyó para repetirla nosotros. En esta reunión tomé la decisión por la vida eterna.

Desde esta decisión sé que al menos alguien me quiere y me puede usar – Dios. Más y más se alumbró mi vida, tuve la oportunidad de hacer amigos y crecieron amistades increíbles. Poco después escribí otra solicitud para un aprentizaje, me invitaron a presentarme y recibí el puesto. Siguieron pasando muchas cosas maravillosas y yo vi luz – por fin la vida volvió a tener un sentido. Estoy tan agradecido por este regalo de la vida eterna y por la relación íntima que puedo tener con Dios.